Estamos por cumplir la
primera década del siglo XXIII y aún nos embarga el dolor de ser como usuarios de servicios públicos y privados, la quinta
rueda del coche.
Es decir que se usa,
sólo cuando una de las cuatro ya no sirve, lo cual equivale a decir que los usuarios somos casi nada, mientras sólo sirvamos
para cubrir con nuestros reducidos recursos, las planillas, muchas veces doradas de una burocracia sin vocación de servicio
y una población que no sabe lo que significa realmente: BUROCRACIA, pues, se nutren de ella en su mayoría, en razón a que
ingresaron por favores políticos.
Igualmente sucede con
las empresas de servicios privadas cuasi monopólicas como Telefónica y sus adláteres. Usted concurre a una repartición pública
a solicitar cualquier documento para cumplir con la enmarañada administración, también pública (para no redundar) y, cualquiera
de los empleados cometió un error
en la evacuación de dicho documento ¿Quién cree que es el culpable? La respuesta es muy fácil pero injusta, el culpable es el usuario, ya que tiene que
volver a
llenar cuestionarios para corregir el error del empleado público, lo que conlleva a gastar más dinero, a perder más tiempo ¿Y, el «burócrata»? así entre comillas, porque la Burocracia
no tiene la culpa que bajo su nombre se cobijen tantos mediocres. Y, mucho cuidado, no trate de realizar alguna queja contra el culpable, pues no
servirá de nada y solamente perderá más tiempo del que ya perdió. Porque si algo hay que envidiar a los «burócratas» es su
gran sentido de solidaridad
y espíritu de cuerpo que hacen gala entre ellos a través de toda su pirámide administrativa.
No es imposible vencer a la burocracia. El alcalde del municipio español de Jun lo ha
hecho empleando la tecnología; no todo lo de la Madre Patria
es malo, peor tampoco todo bueno: Ahí está
Telefónica, su sistema de venta de bienes y servicios es vía telefónica, con el fin de no variar la
mentalidad española usan su propio servicio y una vez que grabaron la voz del cliente diciendo si
acepto, el cliente no podrá con una simple llamada cancelar su contrato. Por el contrario deberá
concurrir a las oficinas de esta transnacional, llenar formularios y perder medio día si tienen la suerte que alguna de las operadoras
de los módulos, no
salgan con alguna triquiñuela que dilatará aún más el derecho de concluir con un servicio. ¿Qué les parece?.
Muchos usuarios se preguntan y nosotros también ¿Dónde están OSIPTEL, OSITRAN, OSINERG,
SUNASS, ETC., ETC.?, Lo que pasa es que quienes manejan estos entes en su mayoría, son ejecutivos reciclados. Es decir que,
antes trabajaron en las empresas a las que ahora deben fiscalizar y suponiendo que cesaran, de seguro volverían a ellas en
razón a un tácito sentido de reciprocidad. Al respecto la Defensoría
del Consumidor y la Comisión de Defensa del Consumidor
del Congreso de la República., deben tomar cartas serias
sobre este asunto. El Director.