Los medios de comunicación titulan sobre que Vladimiro Montesinos, quiso
limpiar a Alberto Fujimori. Pero ello no es posible, pues el ex brazo derecho del tenebroso ex presidente no puede limpiar
nada, pues es debido a sus públicos antecedentes un waipe de mecánico que está tan sucio que sólo tiene una alternativa: la
de botarlo a la basura.
Lo único que ha demostrado en su presentación como testigo en el caso
del juicio a Fujimori, es su desprecio por los seres humanos, su cinismo dramático y obviamente sus grandes conocimientos
de la cultura impresa en los diez años del aciago gobierno de ambos que sustentaba: miente, miente y miente que algo favorable
queda para el mentiroso por poco tiempo, pues al final, siempre se impone la verdad.
Su prepotencia y falta
de respeto al tribunal no fue nada novedoso, pues cuando ostentaba el poder había hecho tabla rasa de los elementales derechos
ciudadanos al corromper a jueces, militares y civiles encumbrados por medio de terror palaciego.
¿Se sacó algo claro de su testimonio? Nada, fue una pérdida de tiempo
que no dejó nada en favor ni en contra del juicio. Sin embargo la opinión pública si ganó algo, la evidencia de que el cordón
umbilical y “amor filial” de “los gemelos” sólo estuvo latente, aflorando después de siete años, con
toda su intensidad. Cuando se cruzaron sus miradas no notó claramente una complicidad casi fraterna, con amorosas guiñadas
de ojos, sonrisas sinceras entre ambos que demostraban que durante ese largo lapso se habían extrañado, al margen de la teatral
persecución Fujimori por los lugares donde era obvio que no se encontraba Montesinos, pues hacía rato estaba rumbo a Panamá
¿Se acuerdan del acto circense de Don Fuji, cuando la gente creyó que se habían peleado?
Quizás lo único rescatable de esta declaración manejada, ha sido su
aceptación de que en su visión del accionar político hasta los crímenes se justifican, es decir la doctrina del vale todo,
lo cual, evidentemente, fue aplicado en los casos de Barrios Altos y la cantuta.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Por la boca muere el pez.